Crónica Naval

Miguel Grau en el bicentenario de la Marina de Guerra
MINISTRO SDR JULIO CÉSAR CADENILLAS LONDOÑA

SETIEMBRE 2022 | REVISTA DE MARINA | N° 1 2022

RESUMEN:

En el bicentenario de la creación de la Marina de Guerra del Perú, el autor repasa la gloriosa biografía del almirante Miguel Grau Seminario, el marino, el diputado, el padre, el ciudadano responsable, el hombre noble, el precursor del derecho internacional humanitario, el héroe máximo patrio

INTRODUCCIÓN:

Miguel Grau Seminario estuvo íntimamente ligado al quehacer marítimo desde muy joven. Navegó en su época por diversos océanos y mares alrededor del mundo. A los 19 años ingresó a nuestra Marina de Guerra para iniciar una exitosa carrera en la que destacaron nítidamente sus dotes de navegante, organizador y maestro de jóvenes marineros. Luego, a los 42 años, asumió la diputación por Paita. En el quehacer parlamentario dejó testimonio de sus profundas convicciones cívicas. Durante la Guerra del Pacífico, el notable marino dio ejemplos claros de su sólida formación profesional, el compromiso con la patria y excelencia de combatiente.
En el infausto escenario de guerra, hasta su inmolación en Angamos, el Huáscar y Grau fueron la gran defensa de nuestra patria en el frente marítimo. Con nobleza, entregó el íntegro de su capacidad al servicio de nuestra sagrada bandera y, bajo ese principio, se inmoló en el combate de Angamos. En un día como hoy, hace 142 años, partió a la inmortalidad y, desde esa fecha, ocupa un lugar en cada corazón peruano.
Recordemos que meses antes, en Iquique, Grau, el marino vencedor, ordenó rescatar a los sobrevivientes del Esmeralda. Su vocación humanista y grandeza de espíritu lo llevaron a salvar vidas humanas en vez de ultimarlas en el mar. En efecto, mucho antes de la creación de la doctrina jurídica del derecho internacional humanitario, nuestro gran héroe supo vencer con dignidad en el combate y supo también respetar la vida humana. Los peruanos debemos sentirnos orgullosos: pocos países en el mundo tienen el honor de contar en su historia con un héroe de la dimensión y nobleza de Miguel Grau. Las más prestigiosas escuelas internacionales y centros académicos especializados consideran a Grau un precursor del derecho internacional humanitario. En concreto, Grau, fallecido hace 142 años, sigue brindando honores a nuestra patria.
Grau, vencedor en Iquique el 21 de mayo de 1879, tuvo la dignidad de elogiar al vencido a través de aquella notable carta enviada a la viuda de Arturo Prat. Nuevamente, el marino ejemplar deja testimonio de noble respeto a la vida humana y a los valores de familia. Marino vencedor, no lo consumió la soberbia ni la altanería. Todo lo contrario, fue un hombre de valores y con visión de futuro. La decencia y nobleza fueron también símbolo de su existencia.
Grau, vencedor elogiado y celebrado en nuestra patria, recibió los honores con modestia y tuvo claro que era un servidor de la patria. Jamás se dejó llevar por los enaltecimientos efímeros e interesados. Por eso Grau es eterno, por eso se le rinde homenaje a lo largo y ancho de la patria, en cada pueblo, en casa escuela, en cada aula, en cada hogar, en cada monumento, en cada corazón peruano.
Grau, antes de ser héroe, fue un hombre noble y religioso, de profundas convicciones católicas. Próximo a partir a su última campaña, conocedor de las limitaciones logísticas de nuestra flota, se inclinó reverente ante el altar. Trasladémonos imaginariamente a sus sentimientos en momentos tan difíciles de su existencia terrenal: convencido de su fe y desde lo más profundo de su corazón, orando por el destino de nuestra patria, por su familia, por nuestros compatriotas. En su grandeza y en medio de los elogios, un hombre humilde, ofreciendo su alma a Dios y a la patria.
Nuestro notable personaje plasmó en una carta a su amada esposa Dolores los más nobles sentimientos de esposo y padre. Recordemos un fragmento de dicho texto, fechado en Iquique el 28 de mayo de 1879, que es una muestra notable de ética y moral:
Muy querida esposa:
Como la vida es precaria en lo general, y con mayor razón desde que va uno a exponerla a cada rato en aras de la patria, en una guerra justa, pero que será sangrienta y prolongada, no quiero salir a campaña sin antes hacerte por medio de esta carta varios encargos; principiando por el primero, que consiste en suplicarte me otorgues tu perdón por si creyeras que yo te hubiera ofendido intencionalmente. El segundo se contrae a pedirte atiendas con sumo esmero y tenaz vigilancia a la educación de nuestros hijos idolatrados. Para lograr este esencial encargo debo avisarte, o mejor dicho recomendarte, que todo lo poco que dejo de fortuna se emplee en darles toda la instrucción que sea posible; única herencia que siempre he deseado dejarles.
[…] Nada más que pedirte, sino que me cuides a mis hijos y les hables siempre de su padre.
Es decir, conocedor de su casi segura inmolación, humilde y austero en su grandeza, sin más riqueza que la nobleza de corazón y patriotismo, Grau pide a su amada esposa perdón si la ha ofendido. Padre responsable, le pide también que vigile la educación y la instrucción de sus hijos. Para nuestro personaje, es clara la preeminencia de valores sustantivos, permanentes e inmateriales.
Hace 200 años, junto con la creación de la nueva república, nace nuestra gloriosa Marina de Guerra del Perú, institución protagonista, esencial, en el devenir de nuestra patria. La vocación marítima de nuestro territorio, desde la perspectiva geopolítica con un amplio litoral, la tenemos desde el antiguo Perú. Así, por ejemplo, Naylamp, el soberano que vino del mar en Lambayeque, y Túpac Inca Yupanqui, el “Resplandeciente”, cuya figura en bronce es el mascarón de proa del buque escuela Unión, magnífica embarcación a vela, admirada en el mundo entero, construida en astilleros del SIMA-PERÚ y que, como embajador marítimo por excelencia, constituye un orgullo para la ingeniería naval de nuestra patria.
En nuestros tiempos, la Marina garantiza nuestra soberanía absoluta en el dominio marítimo. A través de la Escuela Naval de La Punta, forma con disciplina, profesionalismo y notables habilidades a hombres y mujeres que aspiran a ser oficiales de la Armada y vestir con los firmes colores del glorioso uniforme naval: “el oro del sol y azul de su mar”. En el Instituto de Educación Superior Tecnológico Público Naval – CITEN, se brinda conocimientos técnicos especializados a hombres y mujeres que, una vez graduados, son el soporte fundamental para nuestras naves y diversas dependencias navales, a la vez de ser, también, personas con conocimientos y habilidades para la innovación tecnológica y manejo especializado de las más diversas maquinarias. El CITEN les da las capacidades para crear industria, para generar trabajo y riqueza a través de la labor disciplinada, digna y especializada. Es decir, herramientas indispensables para promover, en todos los niveles, un auténtico desarrollo humano sostenible.
Mención especial merece la Asociación Stella Maris – Estrella del Mar. Las damas que la integran realizan, en forma silenciosa, decidida y realmente franciscana, una notable labor. En Piura, llegan hasta los pueblitos y centros poblados menores de la costa y sierra, llevando alimentos que ellas mismas preparan; llevan también alegría, música, danzas, liderando campañas médicas, educativas, empoderamiento de las mujeres y jóvenes, ofreciendo becas de estudio, detectando alertas en temas de salud, violencia de género, asuntos agrícolas o ganaderos, promoviendo orientación legal y técnica a quien lo requiere. Ahí, con sus propias guitarras, cantando, bailando con los niños, los ancianos, las mujeres, haciendo patria, fomentando el compromiso cívico noble y patriótico, el deporte, el desarrollo, la integración social y la unidad de la familia peruana.
En los ríos de nuestra selva y también en el lago Titicaca, nuestra Marina de Guerra tiene a su cargo las Plataformas Itinerantes de Acción Social (PIAS), embarcaciones diseñadas por nuestra propia institución naval. Con las PIAS, llevan, hasta los últimos rincones de la patria, educación de calidad, salud de calidad, servicios de calidad, atención de calidad. Ahí está nuestro personal naval, ahí está nuestra Fuerza Armada. Para cada hombre y mujer de uniforme, el servicio a la patria es la esencia de su existencia, promoviendo solidaridad, desarrollo económico y social, orgullosos de sus uniformes y de abrazar a los hermanos en el lugar que se encuentren.
En el año en que conmemoramos el bicentenario de la independencia de nuestro querido Perú, es menester recordar que toda nación con auténtica vocación de futuro y desarrollo debe sustentar su existencia en valores trascendentes que congregan, que generan convergencia y marcan la ruta hacia el desarrollo humano.
Con su vida, Grau marcó el derrotero y desde la gloria nos reclama para que forjemos un país “firme y feliz por la unión”, como fue el deseo de los fundadores de la república.
Todo ello debe ser ruta de vida para quienes tenemos la dicha de haber nacido en nuestro grandioso Perú. La realidad nacional nos ordena, en la vida ordinaria, trabajar por el país y nuestros compatriotas, con auténtica dedicación, con solidaridad, humanismo, eficiencia, prudencia y decencia.
En esta fecha de especial significado, recordemos que existen también héroes de carne y hueso en el Perú contemporáneo: campesinos, maestros, pescadores, médicos, enfermeras, religiosos, artesanos, estudiantes, artistas, comuneros, hombres de uniforme, transportistas, comunicadores sociales, misioneros, migrantes y, en general, hermanos dedicados a diversos quehaceres. Todos ellos, desde lugares recónditos en la costa, sierra, selva, en el mar y desde el exterior, trabajan denodadamente y desde el anonimato por un Perú mejor.
Grau, prohombre de la patria en el siglo XIX, es el héroe eterno del Perú en el siglo XXI y venideros.
Grau humano, esposo, padre, marino, diputado, héroe, nos conmueve con su vida y nos ha legado un mandato claro: construir un Perú culto, libre y justo, un país líder, donde los ciudadanos puedan desarrollar sus habilidades con seguridad en un futuro mejor.
No defraudemos a las futuras generaciones.
Al conmemorar el bicentenario de la gloriosa Marina de Guerra del Perú y el 142 aniversario del combate de Angamos, reafirmamos nuestras más profundas e inclaudicables convicciones patrióticas. Ratificamos también nuestra devoción cívica por los héroes de la patria, a quienes aprendimos a honrar desde nuestra tierna infancia.
Honor y gloria a Grau, Bolognesi, Quiñones, Alipio Ponce, quienes viven eternamente en el altar de la patria. Homenaje permanente a los hombres y mujeres que han luchado y luchan por la dignidad y por la integridad de nuestro Perú.
¡Gloria a Grau, quien triunfante pasea por los mares el patrio pendón bicolor!

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