Las líneas de comunicación marítimas (sea lanes of communication, SLOC) son el cordón umbilical de un Estado con su entorno y en el nivel regional. Son las arterias por las que fluye el comercio. En tiempos de paz, los Estados y las fuerzas navales, principalmente, se encargan de mantenerlas abiertas, mientras que en tiempos de conflicto tienen la tarea de cerrarlas o controlar el acceso.
En tiempos de paz, las SLOC están bajo riesgo de piratería, contrabando y tráfico ilícito de drogas. Sin embargo, a pesar de los tratados vigentes, existen Estados que mantienen una postura menos abierta hacia el libre tránsito.

Diversos acuerdos norman el tránsito de buques de guerra por aguas territoriales e internacionales y se hace difícil el control del tránsito de submarinos. La soberanía de varias islas y archipiélagos, así como de zonas contiguas a pasajes estrechos y canales que se comunican con cuerpos de agua, se discuten en foros internacionales con diferentes argumentos.

Se aprecian tambien los esfuerzos diplomáticos de las potencias por mantener influencia sobre Estados o reinos, mediante apoyo socioeconómico, armamento, tratados de defensa y apoyo político, y menos obvios apoyos tácitos al voltear la vista cuando los protegidos se portan mal.

La importancia de las islas son varias:

• Dan acceso y derechos de pesca al delimitar áreas extensas de uso exclusivo.
• Propician reclamos sobre otros territorios (las Malvinas y su proyección sobre la Antártida). • Permiten el control económico, político y militar sobre zonas de interés (Malta Chipre, Malvinas, Bahrain).
• Sirven de base logística para la recarga y proyección del poder, como evidenció la campaña naval del Pacífico conducida por el almirante Chester Nimitz contra el Japón. Obvios ejemplos son Hawái, Midway, las Marianas, etc.

La importancia de las islas puede cambiar con el tiempo. Por ejemplo, después de la independencia de Estados Unidos, las Bermudas fueron estratégicas si Inglaterra decidía volver, y en la Segunda Guerra Mundial se 32Revista de Marina N°. 1 – 2022 A 40 años de la guerra de las Malvinas: geopolítica de la colonización (1982-2022) 40 years after the Falklands War: geopolitics of colonization (1982-2022) especulaba si la Luftwaffe podría usarlas como base contra Estados Unidos de Norteamérica que las fortificó y hoy sirven para la seguridad y el control de contrabando y tráfico ilícito de drogas en la costa este de dicho país.

La isla Reunión, un departamento de ultramar francés, extiende la presencia europea al Índico, cerca de Madagascar. La isla permite la protección del tráfico contra la piratería moderna. Es un pedacito de Europa en el Índico. Francia mantiene allí dos fragatas.

En cuanto a las islas Canarias, la participación de España en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) refuerza su flanco suroeste. Las islas Canarias lo extienden y permiten una presencia en el norte de África.

Otras islas diminutas en Asia están en conflicto entre Japón y China, Japón y Rusia, etc.

La supremacía del canal de Panamá, históricamente controlado por Estados Unidos de América está siendo retada por el presidente mexicano Andrés López Obrador, quien, aunque dudo que podría construirlo solo, ha puesto a discusión un canal por el istmo de Tehuantepec que enamora a las potencias del Este. La alternativa de Tehuantepec se conoce hace muchos años.

El canal de Panamá permite acortar el tránsito entre océanos, y su alternativa sería el paso al sur de Sudamérica, que desde 1830 permanece bajo control inglés desde las Malvinas. El estrecho de Magallanes soporta un tráfico de 1500 naves al año. El portaviones nuclear Ronald Raegan CVN 76 fue el primer CVN en utilizarlo.

El canal de Suez es la vía para conectar el antiguo Imperio inglés con Europa y la ruta del petróleo. Occidente depende de Suez para el petróleo. Formaba parte de la antigua ruta de la seda. Construido por Francia e Inglaterra, fue un objetivo de Rommel en la Segunda Guerra. Egipto, antigua colonia inglesa, lo expropió con Nasser y se originó la llamada guerra del Sinaí entre Egipto contra Gran Bretaña, Francia e Israel. Es un punto de atención y disputa.

El Bósforo, estrecho que cruza Estambul (Turquía), conecta el Mediterráneo con el mar Negro, base de una de las tres flotas rusas. Tiene sistemas acústicos de detección debido a la prohibición de paso de submarinos. Los rusos han movido submarinos diésel más silenciosos con la finalidad de alterar el balance de poder en el Mediterráneo. Esas naves tienen capacidad de alcanzar las capitales de Europa estando sumergidos. Aduciendo tránsito para reparaciones programadas, usaron submarinos para lanzar misiles tipo Tomahawk contra blancos en Siria. Se les controla la entrada y salida al Mare Nostrum en el Bósforo y Gibraltar, igualmente dotado de sensores acústicos.

Conviene a la OTAN tener a Turquía como miembro, aunque el eterno conflicto entre Turquía y Grecia es una piedra en el zapato de la OTAN, que aceptó a ambos Estados para evitar que cayeran en la órbita soviética y suavizar sus conflictos, aun sin ser estos de incumbencia de la OTAN. En Chipre estuvieron muy cerca y, ya que no pudo la OTAN, medió Estados Unidos.

Gibraltar difícilmente pasará a control español. La soberanía inglesa se respalda en el tratado de Utrecht de 1713. Además, los argumentos de libre determinación y acusaciones de colonialismo no conseguirán que Occidente ceda el control del ingreso del Mediterráneo a España.

Treinta años después de su formación, España ingresó a la OTAN en 1982 con mucha oposición interna. Siempre fue pobre, salvo durante el imperio, cuando se impuso sobre sus vecinos, pero luego volvió a caer en aislamiento y pobreza junto con Portugal. España se integró a la OTAN y la Unión Europea por interés de mejorar su situación. No tiene las credenciales para confiarle el control del Mediterráneo.

Marruecos, a menos de 13 km de Gibraltar, ha apoyado a los aliados en la Primera y Segunda Guerras Mundiales. Es un reino inclusivo que se desarrolla y apoya a la ONU en esfuerzos de paz en África subsahariana

Líneas arriba hemos visitado algunos de estos puntos geográficos de reconocida importancia por muchas razones.

Hoy persisten discusiones en diversos fueros, pero los verdaderos intereses, en ocasiones, se enmascaran tras posiciones antiimperialistas, libre determinación, raigambre histórica, territorialidad y demás.

Encuentro similitudes en las demandas de España por Gibraltar y Argentina por las Malvinas.

Ambos casos aducen territorialidad: continuidad según España y cercanía según Agentina. La libre determinación de los habitantes es otra tesis común y también una mirada moderna de rechazo al imperialismo o no colonialismo.

España se declaró neutral en la Segunda Guerra y Argentina hizo lo mismo tanto en la Primera como en la Segunda. Adujo que sus relaciones comerciales estaban establecidas y que nunca se esperó que el conflicto fuese tan prolongado. Alemania hundió dos barcos argentinos en la Segunda Guerra y las atrocidades nazis no se justifican con un bife de chorizo.

Es conocida la tolerancia de Argentina a la inmigración de alemanes (sin olvidar el botín) durante la posguerra, incluyendo a figuras notorias del partido nazi.

Las relaciones de Argentina con Occidente no han sido constantes, dependen del gobernante de turno y hay sentimientos encontrados en la población. El país alberga numerosa población eslava (prorrusa) e influencia alemana. Mantuvo relaciones diplomáticas con la Unión Soviética y sus satélites. Además, estuvo a favor de la difusión de la tecnología atómica “con fines no bélicos”, en contra de la posición predominante de Occidente.

Opino que es un reflejo de la idiosincracia del argentino. Cree que es singular, que puede liderar. Favorece acuerdos bilaterales, no bloques, resiente a Brasil, antagoniza con Chile, es considerado arrogante.

En mi opinión, no existe posibilidad de que los gobernantes argentinos (el general Galtieri entonces y hasta ahora) no adviertan la importancia estratégica de Magallanes con o sin Panamá, y nos vendan la idea de que el principal interés es el bienestar de 3000 criadores de ovejas, que, dicho sea de paso, tienen un producto bruto interno cuatro veces mayor que el argentino.

Para todos está clara la importancia del control de Magallanes y la posición perfecta de Falklands para hacerlo, a escasos 500 km del paso.

Ahora bien, Chile ejerce control en casi todo el estrecho y Argentina lo hace en un área muy pequeña.

Tan reciente como en agosto de 2020 Argentina trató de hacer que pasara desapercibido un documento en que establecía “espacio compartido” en Magallanes, lo cual originó la protesta diplomática de Chile y el retroceso de Argentina.

¿Por qué quiere Argentina a los ingleses fuera de las Malvinas? ¿Por qué, si existen acuerdos de libre tránsito, quiere también restar soberanía a Chile? ¿Podrá ser que considere que tomar el control del estrecho, tal como hizo Nasser con Suez, le permitiría jugar en el ajedrez mundial? ¿Y, por qué no decirlo, así alimentar su alicaído ego?

Lamento la participación del Perú en el conflicto que ya cumple 40 años y más aún la traición argentina de Menem, que, pese a ser garante del Protocolo de Río, armó a Ecuador contra el Perú, que lo ayudó.

En 1982 peleaban dos países occidentales y dos en el Medio Oriente, Irán e Iraq. La ONU actuó con celeridad en el caso vecino, impulsada por Estados Unidos. Opino que así se evitó que se despertara el interés sino-soviético por Galtieri.

Argentina no tiene las credenciales como para confiarle el control del paso al sur de América, el cual vigila con ojo atento el León Inglés, desde las Falklands. Tanto como España no las tiene como para confiarle el control del Mediterráneo.

Hace años pregunté por qué en el caso de las Malvinas la ONU actuó en meses y no así en la guerra entre Irán e Iraq, que duró ocho años. “Son moros”, me dijeron.